viernes, 3 de abril de 2015

CRISTO HA MUERTO

REFLEXIONES AL PIE DE LA CRUZ EN EL DÍA DE VIERNES SANTO.
No es fácil comprender los sentimientos que tengo en estos trágicos momentos. Las imágenes de estos días pasan ante mis ojos sin que sea capaz de hacer una síntesis de lo ocurrido. ¿Puede el Hijo de Dios morir?, pregunto al teólogo. No obtengo respuesta. Quien no hizo daño a nadie, ni pudo merecer reproche alguno, puso sobre sus hombros nuestros pecados, llegando a ofrecer su vida en supremo holocausto. Le he seguido por los caminos de Palestina, he escuchado sus enseñanzas en parábolas que en la actualidad siguen teniendo plena vigencia. Las Bienaventuranzas, en el Sermón de la Montaña, rompieron un sistema de valores al que nos habíamos acomodado. Te pones, Señor, al lado de  los que sufren, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que buscan la paz. Qué distinto de nuestro mundo egoísta, donde queremos subir escalones en la sociedad, por encima de quien se ponga delante y no aceptamos otras razones que las nuestras. He pecado, Señor. Imploro tu perdón y misericordia. Mi fe es, a veces, frágil y puede sucumbir ante las acometidas del demonio. Corremos, como Judas, el riesgo de traicionarte. No comprendemos tu amor y misericordia. Tengo plena confianza de que siempre acoges un corazón arrepentido. Duro y cruel fue tu Vía Crucis. Cuando, camino del Calvario, llevabas el madero de la Cruz, ¿dónde estaba yo para ayudarte y acompañarte en tu tormento? No encuentro razones para entender tu amor sin límites, tu entrega hasta el final. ¿Qué respuesta podemos dar, desde nuestra pequeñez, cuando te muestras en el rostro de ese huérfano, enfermo o desamparado? Confías en nosotros, pero no te reconocemos. En estos momentos de dolor y recogimiento, meditemos sobrecogidos sobre el duro relato de los hechos que estamos recordando. ¡¡CRISTO HA MUERTO!! Resucitará como lo había anunciado. Ésta es mi fe y éste mi compromiso.




No hay comentarios: