domingo, 30 de agosto de 2015

UN HOMBRE DE PALABRA

Una de las características más importantes de los seres vivos es la posibilidad que tienen de comunicarse. Los seres humanos podemos hacerlo de forma oral y escrita. El lenguaje es el medio de comunicación de los seres inteligentes  y lo utilizamos principalmente para expresar sentimientos e ideas. Nuestra sociedad debe apoyarse en el ejercicio del derecho a una información veraz y un conocimiento puntual de los hechos que nos pueden afectar. Pocas veces es posible. Una buena formación moral es necesaria. En nuestros pueblos, se valoraba mucho que dijeran de nuestro vecino o conocido que era un hombre (o mujer) de palabra. En los intercambios comerciales no era necesario un documento escrito. Un apretón de manos y la palabra era suficiente. Los tiempos cambian y no siempre para bien. En la actualidad, sentimos que el fraude, el engaño que se produce con frecuencia, ha erosionado nuestra confianza en personas e instituciones. Esa desconfianza nos paraliza y no siempre está justificada. Naturalmente, debemos dar ejemplo con nuestra propia sinceridad. No apresurarnos en el juicio, ni sacar conclusiones precipitadas es adecuado consejo. Una buena formación moral es necesaria. La capacidad de discernimiento entre el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, además de una completa información de los hechos y circunstancias nos pueden llevar a un juicio más acertado. Los ciudadanos no podemos quedarnos atrapados por las pequeñas anécdotas de cada día. Miremos al futuro con esperanza. Cuando llegue la hora de la siega, será el momento de separar el trigo de la cizaña. Mientras tanto, la vida nos ofrece muchas posibilidades. Nuestra opinión bien formada puede ser mucho más importante que la de quienes tanto salen en la tele, la radio o en los periódicos. Palabra.

lunes, 24 de agosto de 2015

NUESTRO PAN DE CADA DÍA

Las principales necesidades que tenemos los seres humanos son la comida, el vestido y un techo bajo el que guarecernos. Pertenezco a aquella generación que, en su infancia, pasó muchas privaciones. El plato único al día, ayuno obligado por la necesidad, era para muchos de nosotros una realidad cotidiana. Los años pasaron y la sociedad fue evolucionando. España vivió una gran transformación, con avances sociales que es justo reconocer. No solo debemos alimentar nuestros cuerpos, sino también nuestro espíritu. Tenemos que tener capacidad de discernimiento para poder distinguir el bien y el mal y esforzarnos en la búsqueda del bien común. Entre nosotros, viven personas con las que quizá nos cruzamos por la calle y tienen hambre y sed de justicia. Sus demandas merecen ser escuchadas. Cada día tiene sus propias inquietudes. Los diferentes medios informativos, en su afán de aumentar el número de seguidores, en ocasiones, dan demasiado espacio a hechos y opiniones que no lo merecen. Cada cual debe procurar formar su opinión basándose en sus propias experiencias y el conocimiento que va teniendo de la realidad. El apoyo a quien lo merezca y la crítica cuando así convenga, deben ser el pan nuestro de cada día en defensa de nuestros legítimos intereses. No debemos prestar más atención a quien más grite, hable mejor o sea más guapo. Todo esto es accidental y pasajero. Nuestra opinión, en ocasiones, es silenciada y secuestrada por políticos y creadores de opinión, que tienen intereses muy distintos a los nuestros. No quiero terminar dejando una sensación de pesimismo. Con esfuerzo y colaboración, podremos conseguir que el mundo sea un poco mejor.