domingo, 22 de noviembre de 2015

JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

Hoy celebramos, con gran solemnidad, la festividad de Jesucristo, Rey del Universo. Así finaliza el Año litúrgico. Un rey que lleva, en la cabeza, una corona de espinas y una caña por cetro. Así nos lo muestra San Juan en el evangelio de hoy. El diálogo de Jesús con Pilatos es una muestra de inteligencia. No necesita un gran ejército, ni una guardia que le proteja. Sí, es Rey, pero su reino no es de este mundo, donde dominaba, entonces y también en la actualidad, el pecado, la violencia, el engaño. Su mensaje de paz y amor moverá los corazones de muchos que le siguen con esperanza. Hasta entonces, no habían oído palabras como las que decía el maestro porque la verdad estaba con Él. El camino hacia la Jerusalén celestial aparece, para nosotros, lleno de dificultades. Peregrinos, contamos con Jesús que como un pastor que cuida amorosamente sus ovejas, así nos lleva por el camino más adecuado. Con la ayuda del Espíritu Santo, tenemos la importante misión de transformar esta sociedad. Queremos alcanzar un mundo mejor y más justo, por medio de la oración y la gracia que recibimos en los sacramentos. Vayamos juntos al encuentro con el Señor, para escuchar su llamada a la santidad y así, al final, podamos convertirnos en miembros del Reino de Dios.

sábado, 14 de noviembre de 2015

CON PROFUNDO DOLOR

Cuando, esta mañana, he conectado la radio para conocer los estrenos de cine de la semana, he escuchado la terrible noticia del asesinato, en París, de más de cien personas a quienes habían quitado la vida en nombre de Alá, el misericordioso. No podía entenderlo. La sensación que queda es de dolor e impotencia. Soy cristiano. Sigo a Cristo, Dios hecho hombre, que pasó por la vida haciendo el bien y dio su vida, en un supremo holocausto, por todos nosotros. Es una blasfemia invocar el santo nombre de Dios, mientras se asesina a personas indefensas. ¿Qué puedo hacer, como cristiano comprometido, en estos momentos de dolor y rabia contenida? Difícil respuesta. A estas alturas de mi vida, mi principal dedicación es ser testigo del Evangelio, denunciar las injusticias y violaciones de los derechos humanos que se producen a nuestro lado. El primer derecho, sin el cual los demás no tienen sentido, es el derecho a la vida. No hay nada que pueda justificar privar de la existencia a cualquiera de nuestros semejantes. Nuestro rechazo al terrorismo debe ser firme, sin dejar ninguna duda. En el pasado siglo, hace ya varias décadas, tuve la premonición de que, en el futuro, la principal amenaza para nuestra seguridad ya no iba a ser el comunismo sino que podría proceder de los países musulmanes. Temo que se esté cumpliendo. Árabes, judíos y cristianos compartimos un mismo Dios, aunque le pongamos un nombre distinto: Alá, Yahveh, Dios. También un mismo patriarca: Abraham. Es el momento de elevar juntos nuestras oraciones por la paz y el entendimiento entre todos.