domingo, 26 de abril de 2015

ENSAYO SOBRE LA FELICIDAD

La búsqueda de la felicidad es una aspiración que en una sociedad opulenta está destinada al fracaso porque pone el acento en la posesión de bienes materiales o el logro de objetivos a muy corto plazo. Es un estado emocional pasajero y a veces solo fugaz. Esos momentos de alegría que podemos tener cuando se producen hechos de nuestro agrado. Puedo ser feliz cuando recojo el fruto de mi esfuerzo y la cosecha es abundante, cuando acierto en mis decisiones o cuando encuentro satisfacción en hacer cosas buenas y positivas como ayudar a quien lo necesite, si está en mi mano la forma de aliviar sus necesidades. En algunas fiestas y celebraciones, expresamos nuestro deseo a otras personas de que sean felices. La felicidad, aun siendo un sentimiento personal, debe ser compartida para que sea auténtica. No es compatible con el egoísmo o la intolerancia, el afán de imponer nuestras ideas, sin escuchar a quien nos habla desde su corazón. En demasiadas ocasiones equivocamos el camino y sólo conseguimos insatisfacciones porque pretendemos lograr cosas que quizá estén por encima de nuestras posibilidades. La vida, cada día, nos ofrece enseñanzas que no podemos rechazar. No valoramos lo suficiente las pequeñas anécdotas de cada día: la sonrisa de un niño o de una madre, la profunda mirada de ese anciano o enfermo al que vemos en algunas ocasiones. Hemos logrado que, al menos por unos minutos, logren ser felices y así nos lo agradecen. Aunque sea por un instante, mientras expreso mis mejores sentimientos, puedo decir que soy feliz. Muchas gracias al amable lector que me ha seguido hasta aquí. Tiene todo mi agradecimiento.

domingo, 5 de abril de 2015

CRISTO HA RESUCITADO

La resurrección de Cristo es un hecho histórico y un fundamento de nuestra fe. Éste hecho real es vida y gozo de quienes en el bautismo han muerto y resucitado con Él. En el testimonio diario de nuestra fe que hacemos en el Credo proclamamos que Jesucristo "resucito de entre los muertos". Esta afirmación está basada en los textos evangélicos que nos transmiten y nos permiten conocer la primera predicación de los apóstoles. El sepulcro vacío, la piedra removida, son señales a las que difícilmente podemos darles otra explicación. En los días posteriores a la resurrección, Jesús tuvo diferentes apariciones y quienes lo vieron dan testimonio veraz de todo lo vivido. No fue fácil para los apóstoles y otras personas aceptar una realidad tan extraordinaria que se sitúa por encima de nuestro propio entendimiento. Cabe destacar, aquí y ahora, la importante participación de las mujeres que acudieron, muy de mañana al sepulcro y comunicaron la buena nueva a los apóstoles. En la primera aparición en el Cenáculo, no estaba Tomás entre los apóstoles. Cuando le dan la buena noticia, se resiste a aceptarla. Duros habían sido los acontecimientos vividos y no llega a entender lo que le están diciendo. Cuando, en una aparición posterior, también en el Cenáculo, se encuentra con Jesús, Tomás cree. También nosotros, hemos tenido dudas. Con la fe hemos sabido vencerlas y estamos plenamente convencidos. Sí, creemos que Cristo resucitó y esta realidad nos hace ver la muerte de otra manera. Es una puerta abierta o al menos entornada, hacia una plena vida sin penas ni tristezas. Sentimos la pérdida de los seres queridos, pero nos consuela la fundada esperanza en una vida nueva y la definitiva resurrección al final de los tiempos. Ésta es nuestra fe y así doy testimonio.

viernes, 3 de abril de 2015

CRISTO HA MUERTO

REFLEXIONES AL PIE DE LA CRUZ EN EL DÍA DE VIERNES SANTO.
No es fácil comprender los sentimientos que tengo en estos trágicos momentos. Las imágenes de estos días pasan ante mis ojos sin que sea capaz de hacer una síntesis de lo ocurrido. ¿Puede el Hijo de Dios morir?, pregunto al teólogo. No obtengo respuesta. Quien no hizo daño a nadie, ni pudo merecer reproche alguno, puso sobre sus hombros nuestros pecados, llegando a ofrecer su vida en supremo holocausto. Le he seguido por los caminos de Palestina, he escuchado sus enseñanzas en parábolas que en la actualidad siguen teniendo plena vigencia. Las Bienaventuranzas, en el Sermón de la Montaña, rompieron un sistema de valores al que nos habíamos acomodado. Te pones, Señor, al lado de  los que sufren, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que buscan la paz. Qué distinto de nuestro mundo egoísta, donde queremos subir escalones en la sociedad, por encima de quien se ponga delante y no aceptamos otras razones que las nuestras. He pecado, Señor. Imploro tu perdón y misericordia. Mi fe es, a veces, frágil y puede sucumbir ante las acometidas del demonio. Corremos, como Judas, el riesgo de traicionarte. No comprendemos tu amor y misericordia. Tengo plena confianza de que siempre acoges un corazón arrepentido. Duro y cruel fue tu Vía Crucis. Cuando, camino del Calvario, llevabas el madero de la Cruz, ¿dónde estaba yo para ayudarte y acompañarte en tu tormento? No encuentro razones para entender tu amor sin límites, tu entrega hasta el final. ¿Qué respuesta podemos dar, desde nuestra pequeñez, cuando te muestras en el rostro de ese huérfano, enfermo o desamparado? Confías en nosotros, pero no te reconocemos. En estos momentos de dolor y recogimiento, meditemos sobrecogidos sobre el duro relato de los hechos que estamos recordando. ¡¡CRISTO HA MUERTO!! Resucitará como lo había anunciado. Ésta es mi fe y éste mi compromiso.




jueves, 2 de abril de 2015

DIA DE JUEVES SANTO

Hoy es Jueves Santo, un día importante de la Semana Santa que se celebra con fervor y devoción en muchos lugares de España. La liturgia nos invita a profundizar en el misterio de Cristo. Quien quiera seguir su ejemplo deberá sentarse a su mesa y ser espectador atento de todo lo que aconteció en aquella noche santa. En el Cenáculo, se reunió, por última vez, con sus apóstoles, a celebrar la cena de Pascua. Tengo razones para creer que María estaba presente y acompañaba a su Hijo en aquellos decisivos momentos. Como signo de humildad y sencillez debemos considerar que Jesús lavase los pies a todos sus discípulos, pidiéndoles que ellos también se los laven unos a otros. En la liturgia, el sacerdote lava los pies a doce feligreses. El evangelio de San Juan presenta a Jesús "sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, nos da un ejemplo de amor hasta el límite". A todos nos escucha y acoge sin reservas. En aquella memorable noche, quiso quedarse, sacramento permanente, en forma de un pan y un vino convertidos en su Cuerpo y en su Sangre para todos que, con fe, quieran recordarle y aguarden su venida definitiva al final de los tiempos. De esta forma, antes de ser entregado a sus enemigos, Cristo se entrega como alimento.  Así quedó constituida la Eucaristía y el sacramento del Orden Sacerdotal..