UN RECUERDO NECESARIO
"La ley natural, escrita por Dios en la conciencia humana, es un denominador común a todos los hombres y a todos los pueblos; es una guía universal que todos pueden conocer en virtud de a cual todos pueden comprenderse" (Benedicto XVI).
En 1948, tres años después del final de la II Guerra Mundial, en las Naciones Unidas, se vio la necesidad de recopilar en un texto articulado los derechos fundamentales del hombre para que fueran aceptados y reconocidos a todos los ciudadanos. Fue encargado de su redacción un comité formado por ocho miembros, de Estados Unidos, Francia, Líbano, China, Chile, Unión Soviética, Reino Unido y Australia. Tuvo una intervención importante, en esta labor, John Peters Humphrey, director de la División de Derechos Humanos de la ONU. Sometido a votación el 10 de diciembre de 1948, en París, fue aprobado por los 58 miembros que tenía entonces la Asamblea General de la ONU, con 48 votos a favor y las ocho abstenciones de la Unión Soviética, los países de Europa del Este, Arabia Saudí y Sudáfrica. Otros dos países miembros estuvieron ausentes de la votación.
Consta de un preámbulo y 30 artículos. Entre los derechos básicos y fundamentales de todo ser humano están el derecho a la libertad, a la justicia, a la paz, a la alimentación, a la educación y a expresar libremente las propias ideas. Supone el compromiso de que todo ser humano sin excepción debe respetar la dignidad y libertades de cualquier otro ser humano sin excepción algua.
61 años después de su proclamación no podemos ser optimistas, en cuanto a su cumplimiento, en numerosos países, incluido España. El derecho a la educación, a la libertad religiosa, de reunión, asociación con fines lícitos, expresión de las ideas tienen, en nuestro país, importantes limitaciones. Es nuestro deber y compromiso procurar la difusión de los principios que inspiraron esta Declaración y exigir su cumplimiento.
Jesús María Uriz
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