miércoles, 5 de enero de 2011

REFLEXIONES PARA ESTE DÍA DE REYES

EL CUARTO REY MAGO
En esta fiesta litúrgica de la Epifanía recordamos la adoración de Jesús por aquellos hombres misteriosos llegados de lejanas tierras. Es el momento en que la realidad del maravilloso milagro del nacimiento del Hijo de Dios se abre al conocimiento de otros pueblos. Seguían una estrella que también nosotros, con los ojos de la fe, podemos observar en el cielo aunque haya nubes. Son las nubes de nuestras flaquezas y dudas. Realmente, no sabemos ni cuantos ni qué eran; si magos o reyes. Los conocemos como Melchor, Gaspar y Baltasar. El número tres tiene, en este caso, un contenido símbólico: tres reyes o magos, tres razas, de tres continentes que dejaron al niño tres presentes: oro como rey, incienso como Dios y mirra, una resina aromática, como hombre.
Con retraso, entretenido quizá en otros asuntos, llega un cuarto rey mago. No trae trajes lujosos, ni una gran comitiva. Es una persona sencilla que quiere también dejar su ofrenda. No tiene oro, ni plata ni perfumes preciosos. Es uno de tantos, que a lo largo de muchos años, dan su vida y su esfuerzo para llevar adelante una familia, educar en los valores cristianos a sus hijos, hacer frente a las dificultades y procurar que cada mañana del 6 de enero, no falte junto al zapato un pequeño juguete y lo que es más importante mucho amor. Para mí el regalo de este cuarto rey mago es mucho más importante. Quisiera que todos los niños, de edad o de espíritu, reciban cada año la visita de este cuarto rey mago.
Jesús María Úriz

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