jueves, 25 de diciembre de 2014

FELIZ NAVIDAD

En estos días, cada año, se repiten los mismos rituales. Las calles se iluminan con esmero. Parece que algo se abre nuestro duro corazón. Una cierta nostalgia nos hace recordar aquellas reuniones al calor del hogar, celebrando juntos un acontecimiento ocurrido hace tantos años, en una pequeña aldea llamada Belén, tal como anunciaron los profetas. Ya nada es lo mismo. Llevados por el consumismo y un falso modernismo, parece que hemos olvidado el verdadero significado de la Navidad. El Hijo de Dios, hecho hombre y nacido de mujer, está entre nosotros. Camina a nuestro lado y no somos capaces de reconocerlo en nuestro hermano que siente soledad, tiene hambre o está enfermo, quizá sin saberlo. Expresamos los mejores deseos, siguiendo una rutina y con cierta falta de sinceridad. Por unos días, cambiamos gestos y actitudes. No podemos olvidar que nada sirve si no sale de lo más profundo de nuestro corazón. De forma apresurada, vamos ultimando los preparativos de una celebración que debe ser sencilla y austera, como fue el nacimiento de Jesús. María y José no eran pobres, tal como lo entendemos ahora. Fue la conjunción providencial de una serie de sucesos lo que hizo que el Hijo de Dios naciera en un humilde lugar. Una lección que no somos capaces de entender. En nuestro hogar, ocupa un lugar destacado el Nacimiento, con el portal que acoge al Niño, María y José. Fue su refugio en aquella madrugada santa, preludio de un nuevo día que nos trae la esperanza. Nacía un bebé sano y fuerte que trae la felicidad a una madre que conocía la trascendencia de los sucesos que se estaban produciendo. El Hijo de Dios, hecho hombre, viene a nosotros, que no siempre lo reconocemos. Fueron unos pastores, personas sencillas, prevenidas por ángeles, quienes primero llegaron a adorar al Niño. Traen presentes que son fruto de su trabajo. Si prestáis atención, con los ojos de la fe, quizá veáis a este sencillo cronista que también estaba allí para adorar al Niño. De todo corazón, deseo a todos mis amigos, lectores y seguidores, una feliz Navidad. Que el Señor les bendiga y les guarde y a todos nos conceda la paz. Ésta es mi fe y éste mi testimonio.

lunes, 8 de diciembre de 2014

FIESTA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN


Hoy celebra la Iglesia, con gran solemnidad, la Inmaculada Concepción de María, madre de Jesús. En atención a sus méritos futuros, María fue preservada de toda falta o pecado desde el mismo momento de su concepción. En 1854, el Papa Pío IX proclamó el dogma de que María estaba libre del pecado original. El evangelio de hoy nos narra el anuncio del ángel del destino que Dios le había reservado. Cuando se le apareció le dijo a María: “Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo”. En un primer momento se apoderó de ella una cierta inquietud. Era muy joven, casi adolescente todavía. Su turbación era lógica. Se había desposado con José, un agraciado joven un poco mayor que ella. Siguiendo las costumbres de la época, todavía no habían comenzado a vivir juntos. Le dijo entonces el ángel: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo". María no entendía cómo podría ser eso pues no conocía varón. El ángel le contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios”. María recapacitó y aceptó con pleno conocimiento del destino al que había sido llamada. Sus palabras no dejaban lugar a ninguna duda: “Aquí está la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra”. María es modelo de oración y espera, de vigilancia y entrega. Llena de gracia, será considerada corredentora con Cristo por su total adhesión a las palabras del ángel.

 

jueves, 4 de diciembre de 2014