Ha pasado la jornada electoral y la imagen que queda de España es multicolor. No es signo de alegría sino de serenidad, aunque sea impostada, ante los retos que se nos presentan. Entrar en el análisis de los motivos que han llevado a millones de españoles a cambiar su voto, aun en contra de sus propios intereses, queda para más adelante. Han faltado en esta campaña propuestas realizables, por encima de eslóganes que tanto servían para un roto que para un descosido. Ninguna oferta novedosa para afrontar los retos a los que nos enfrentamos. No es lícito y puede ir en contra de nuestros intereses, votar por despecho o venganza. Cuando la imagen que muestra no nos gusta, nunca será la solución romper el espejo. Votar en contra de puede llevarnos a cometer errores que deberemos lamentar, aunque agua pasada no mueve molino. El Partido Popular ha tenido en contra una campaña brutal e injusta en la que la primera víctima ha sido la verdad. La cuerda de presos, propia de tiempos medievales ha vuelto mezclando a justos e injustos. Los socialistas, sin decidirse a hacer esa renovación interna y de proyecto político que tanto piden para los demás, siguen hundiéndose en la mediocridad, pretendiendo un poder que los electores les han negado. Un solo diputado socialista en Navarra es una mala noticia para los navarros. Es necesario, en España, un partido socialdemócrata fuerte, capaz de hacer frente a las necesidades de una sociedad moderna y europea. El PSOE, con una dura crisis de liderazgo y dividido internamente, no ha sabido ocupar ese puesto. Ciudadanos quiere situarse en un centro imaginario, pero tendrá de decidirse. Podemos es un globo que se ha inflado demasiado. Ha recibido votos prestados que debe devolver. El falso dilema entre partidos nuevos y viejos nos ha llevado a levantar un partido revolucionario, propio de los tiempos de Lenin. Pasan del agipró callejero (agitación y propaganda) a un parlamento democrático. Aunque disfrazados de corderos, ya empiezan a asomar la patita. Suponen un riesgo muy serio. De verdad.
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