Hoy se conmemora la Última Cena de Jesús con sus discípulos. En ella, Cristo instituyó el sacramento de la Eucaristía, donde se hace presente con su Cuerpo y su Sangre bajo la apariencia de pan y vino, y el sacramento del Orden Sacerdotal. Por la mañana, en todas las catedrales, los obispos celebran una misa muy solemne con todos los sacerdotes que renuevan sus promesas y obediencia al Obispo. En esta ceremonia se consagran los óleos que se emplean, a lo largo del año, en diversos sacramentos.
Son muchos los "acontecimientos salvíficos" que este día se recuerdan de la vida de Jesús:
- Su cena de despedida y su gran oración por nosotros.
- La Institución de la Eucaristía o Santa Misa como memorial o recuerdo suyo.
- La Institución del ministerio o servicio como parte esencial de su Iglesia.
- Su testamento: el mandato de amar hasta la muerte.
- El ofrecimiento, consciente, de su vida para la salvación del mundo.
- Su pasión, la traición de Judas, el abandono de sus amigos, la noche amarga.
EL LAVATORIO DE LOS PIES
Hay algo que hace diferente a la celebración de la Cena del Señor de otras misas durante el año. Es el recuerdo del lavatorio de los pies. Antes de comenzar la Cena, Jesús se levanta de la mesa, se quita sus vestiduras y tomando una toalla, se la ciñe. Luego, se puso a lavar los piés de sus discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba al cinto. Cuando el celebrante, cada Jueves Santo realiza este hecho singular nos recuerda que la principal misión de la Iglesia es servir. El Hijo del Hombre no ha venido al mundo a ser servido sino a servir y a dar la vida por otros. Esta es nuestra fe y este mi testimonio.
Jesús María Úriz
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