Cuando conocemos las cifras de parados facilitadas por los organismos competentes, es normal que sintamos una sensación de tristeza e impotencia. No es posible permanecer impasibles ante una realidad que conocemos muy de cerca por familiares, amigos o conocidos. Hoy nos dicen que más de 4.400.000 personas están inscritas en las oficinas de empleo como demandantes de empleo. Desgraciadamente, la cifra real de personas en edad y disposición de trabajar y no pueden hacerlo es muy superior. Son más de cinco millones de seres humanos que tienen sentimientos, familias y un futuro difícil. Algo hay que hacer. No podemos dejarnos llevar por un estéril pesimismo. Es necesario reducir el tamaño de la Administración Pública que consume demasiados recursos en actividades improductivas. Debemos remover todos los obstáculos que impidan que podamos ejercer el derecho a un trabajo con una retribución digna, como indica en uno de sus artículos la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Constitución Española. La situación económica es difícil y no se ven soluciones a corto plazo, pero sí hay que procurar acertar en las decisiones que haya que tomar. Tenemos un nuevo Gobierno y no podemos pretender que resuelva todo en pocos días. La tarea es larga y el resultado incierto, pero debemos apoyar las medidas que tenga que tomar por muy dolorosas que nos parezcan. Es bueno que se nos muestre en toda su crudeza la realidad, pero también que tengamos una clara explicación de las decisiones de los sectores implicados de la sociedad. Es necesaria la colaboración de todos. Que nadie se quede atrás.
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