Mucho se ha escrito estos días sobre la situación de los bancos españoles. No voy a insistir demasiado en la necesidad de su correcto funcionamiento como intermediarios financieros. Las diferentes actividades de la sociedad necesitan del dinero, un concepto que podemos comparar con la sangre que circula por las venas llevando nutrientes por todas las partes de nuestro cuerpo. Son necesarias unas entidades que sean solventes y puedan conceder esos créditos tan necesarios para recuperar la actividad económica. Estamos viviendo unos momentos de vértigo con unas cifras que marean. España, con sus propios recursos, no puede atender las necesidades de los bancos con problemas, que necesitan más recursos para su adecuado saneamiento. Lo peor que puede suceder es que vivamos en una duda permanente que impida la toma de decisiones tanto en el ámbito público como en el privado. El informe del FMI no dejaba mucho margen de actuación y se precipitaron los acontecimientos. El Eurogrupo, en su reunion de ayer, abrió el camino a una amplia fianciación que debe permitir poner al día las cuentas de las entidades con problemas. Quedan dudas sobre algunos aspectoa del acuerdo que se deberán resolver en los próximos días. Serán fondos europreos los que nos saquen del apuro a cambio de reformas en el sector financiero con planes de reeestructuración en líneas con las reglas comunitarias. El Gobierno tiene la obligación que explicar a los españoles donde estamos y cual puede ser el futuro inmediato. Con la necesaria prudencia, sí, pero con claridad.
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