Las principales necesidades que tenemos los seres humanos son la comida, el vestido y un techo bajo el que guarecernos. Pertenezco a aquella generación que, en su infancia, pasó muchas privaciones. El plato único al día, ayuno obligado por la necesidad, era para muchos de nosotros una realidad cotidiana. Los años pasaron y la sociedad fue evolucionando. España vivió una gran transformación, con avances sociales que es justo reconocer. No solo debemos alimentar nuestros cuerpos, sino también nuestro espíritu. Tenemos que tener capacidad de discernimiento para poder distinguir el bien y el mal y esforzarnos en la búsqueda del bien común. Entre nosotros, viven personas con las que quizá nos cruzamos por la calle y tienen hambre y sed de justicia. Sus demandas merecen ser escuchadas. Cada día tiene sus propias inquietudes. Los diferentes medios informativos, en su afán de aumentar el número de seguidores, en ocasiones, dan demasiado espacio a hechos y opiniones que no lo merecen. Cada cual debe procurar formar su opinión basándose en sus propias experiencias y el conocimiento que va teniendo de la realidad. El apoyo a quien lo merezca y la crítica cuando así convenga, deben ser el pan nuestro de cada día en defensa de nuestros legítimos intereses. No debemos prestar más atención a quien más grite, hable mejor o sea más guapo. Todo esto es accidental y pasajero. Nuestra opinión, en ocasiones, es silenciada y secuestrada por políticos y creadores de opinión, que tienen intereses muy distintos a los nuestros. No quiero terminar dejando una sensación de pesimismo. Con esfuerzo y colaboración, podremos conseguir que el mundo sea un poco mejor.
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