No es la primera vez, ni será la última, que los políticos se entretienen en pactos imposibles para repartirse los despojos que aquello que tanto esfuerzo han puesto en destruir. Cegado por su ambición, Mas creyó al ver la gran manifestación de la Diada que tenía abierto el camino para hacer realidad sus fantasías nacionalistas. Convocó, sin necesidad, unas elecciones anticipadas para pedir un apoyo masivo para recorrer un camino sin retorno a ninguna parte. El huevo de la serpiente está a punto de eclosionar. El riesgo parece real y no se puede ocultar. Convergencia y Unio tuvo un pésimo resultado con una apreciable perdida de apoyo electoral. Los republicanos de ERC aprovecharon la oportunidad y recogieron el botín. No son la mejor compañía para un pacto que, tras muchos dimes y diretes, supone más sufrimiento para unos ciudadanos víctimas de una crisis que castiga a todos sin excepción. Una economía catalana, absolutamente dependiente de los fondos del Estado y de unas medidas de ajuste no contempladas en un pacto que no tiene otra finalidad que calentar sillones y repartirse los firmantes el escaso botín, no puede sostenerse mucho tiempo en el actual clima de incertidumbre. Un referendum donde todos los medios de comunicación dependen de una forma u otra de los nacionalistas hace imposible que los votantes puedan valorar las consecuencias de su decisión. No podemos permanecer impasibles ante la amenaza que pende sobre un pueblo como el catalán que merece toda nuestra solidaridad. Defender la libertad debe ser obra de todos.
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