En estos primeros días de febrero, en el calendario litúrgico, ayer nos encontramos con la fiesta de la candelaria y hoy celebramos la festividad de San Blas. Nació en medio de una familia acaudalada de padres nobles. Tuvo una educación cristiana y fue obispo de Sebaste (Armenia) en el siglo IV. Al comenzar la persecución a los cristianos, en tiempos del emperador Diocleciano, se retiró a una cueva del monte Argeus donde vivió como ermitaño. Cuenta la tradición que a su refugio llegaban fieras heridas o enfermas que el santo curaba. Un día, cuando vio que llegaban cuesta arriba cazadores para el circo, espantó a las fieras, que así se alejaron y se libraron de la cacería. Entonces, los cazadores se lo llevaron preso. En el camino encontró con una pobre mujer que tenía a su hijito agonizando porque se le había atravesado una espina de pescado en la garganta. Corrió hacia un sitio por donde debía pasar el santo. Se arrodilló y le presentó al enfermito que se ahogaba. San Blas le colocó sus manos sobre la cabeza al niño y rezó por él. Inmediatamente la espina desapareció y el niñito recobró su salud. El pueblo lo aclamó entusiasmado. Al enterarse que era cristiano, fue conducido ante el gobernador Agrícola, quien lo mandó a azotar y encerrar en un calabozo, privado de alimentos. Luego, fue cruelmente torturado para que renegara de su fe y adorara a los ídolos, pero el santo se mantuvo firme por lo que se dio orden de ser decapitado. Es el patrón de las enfermedades de garganta y laringólogos.
1 comentario:
Bien por haber colocado esta información de San Blas. Aquí en Oviedo hay misa, procesión y bendición en el convento de las Pelayas.
Saludos amigo.
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