domingo, 26 de febrero de 2012

VIVIR EN CUARESMA

Con la imposición, el pasado miércoles, de la ceniza en la frente de los penitentes, comienza un periodo de cuarenta días con diferentes actos litúrgicos que nos preparan para vivir purificados las celebraciones de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. El color litúrgico es el morado, que significa luto y penitencia. Es un tiempo de oración y sacrificio, que debemos aprovechar para reflexionar sobre nuestra vida cristiana. Tenemos que reconsiderar nuestras actitudes para con los demás, con un compromiso especial con los más necesitados. Cristo se hace presente, en estos días de una manera especial, en los enfermos, los indigentes, los más necesitados de comprensión y afecto. La purificación de nuestras conciencias y la participación en el sacramento de la Penitencia son importantes para una adecuada participación posterior en los misterios pascuales. Debemos corregir todas aquellas imperfecciones que entorpecen nuestra relación con el hermano y así poder participar de corazón en todas las manifestaciones de nuestra fe, tanto de una forma personal como comunitaria. La duración de la Cuaresma esta relacionada con el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En los textos sagrados, encontramos los cuarenta días del diluvio, los cuarenta años que pasaron los israelitas por el desierto, los cuarenta días de Moisés y Elías en la montaña y los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública. Es un tiempo de esperanza y de confianza en Dios, que nos ofreció a su Hijo que padeció, por nuestras culpas, hasta la muerte y muerte en la cruz.

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