Tras una campaña
desmesurada y poco afortunada de los dos candidatos socialistas, fue elegido
nuevo secretario general en este 38 Congreso Federal del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba por 22 votos de diferencia.
Fue una apuesta de los delegados por la experiencia frente a la juventud. Queda
una sensación de conformismo para una larga travesía por el desierto. Es una oportunidad
que se ha perdido para una renovación imprescindible de proyecto político y personas para
llevarlo a cabo. Todo da la sensación de un apaño temporal en un Congreso
organizado con demasiada precipitación. Es muy negativo para el partido que
empiecen ya a circular nombres para liderar en el futuro un partido que deberá
reconstruir estructuras y renovar propuestas. Es fundamental un diseño adecuado
para que pueda realizar su labor de oposición constructiva en el Parlamento de
una manera eficaz. El debate de los Presupuestos del Estado, las elecciones en
Andalucía y Asturias, las primeras medidas del Gobierno de Mariano Rajoy, más
la renovación de los componentes de diversas Instituciones del Estado requieren
que el Partido Socialista esté plenamente operativo sin que tenga que perder más
tiempo en resolver sus problemas internos. Las dolorosas derrotas en las
elecciones autonómicas y generales del pasado año son una losa que pesa
demasiado para un partido que, si no llegan resultados rápidos, puede ver
deseos de mover la silla a los recién instalados. No es lo mismo tener una gran
cuota de poder, para dar recompensas a los fieles, que verse obligados a abandonar toda clase de
prebendas y privilegios. Las llamadas a la unidad son oportunas, pero
hará falta tiempo para poder restañar las heridas de un enfrentamiento inútil e
ineficaz.
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